<$BlogRSDUrl$>

horror en el hipermercado, terror en el ultramarinos

mi nevera está vacía y nunca he entendido el concepto despensa, así que no tengo. además, no suelo ir a la compra. lo encuentro demasiado estresante, demasiado humillante, demasiado doloroso.

el supermercado. el supermercado es un lugar de alucinación, lleno de estanterías llenas de la misma cosa con distintos envoltorios que lo único que me provoca es ansiedad e indecisión.

comprar leche acaba por convertirse en una pesadilla.

al fin y al cabo, la leche es leche, ¿para qué me enseñan quinientos tipos de leche? sólo quiero leche, déme leche, déjeme en paz...y lloro y me voy sin leche, es demasiada responsabilidad.
¿cómo voy a saber cuál es la leche adecuada, la buena? hay miles de leches distintas, y en tres colores, las posibilidades se agrandan y yo me achico. quiero leche, sólo leche, una cualquiera, da igual, es para poner con el café, sólo quiero leche. pero no. porque no es sólo que haya quinientas marcas de leche distintas. además hay leche con calcio, con vitaminas y con otras muchas cosas. es decir, que se deben multiplicar los tres tipos de leche (entera, semidesnatada y desnatada) por quinientas marcas que a su vez se multiplican con los diversos enriquecimientos lácteos que los fabricantes tienen a bien inventar.
así, me quedo paralizada presa del pánico ante las infinitas estanterías sobre las que reposan los infinitos tipos de leche que existen en este momento en el mundo. con mi cestita. y mi cara pierde cualquier expresión que no sea la de la desolación más absoluta y el terror más pánico. se me abre la boca. se me escapa un lágrima. susurro muy bajito: “lo único que quiero es leche” y se me cae la cesta de puro desconsuelo.
lo más absurdo de todo el asunto es que ni siquiera me gusta la leche. y sufro por ella más de lo que es posible describir. ¿cuál es la leche i-de-al?

el ataque de ansiedad está a la orden del día en mi supermercado.

<$BlogCommentDeleteIcon$>

This page is powered by Blogger. Isn't yours?