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la colada

y es que la conciencia se pone perdida con nada.
y entonces, el drama: la conciencia llena de lamparones y sin saber qué hacer.

el jabón de marsella es inútil.
el homino bianco se ve impotente.
y el llanto, ¡oh mísera, oh infelice, oh egocéntrica, oh insolidaria!, no surte el menor efecto.

pero, de repente, cuando todo parece perdido, cuando te sumes en la más honda de las contricciones ante tu conciencia negra negra como la pez, cuando ahogas tus penas en vino blanco e inauguraciones de exposiciones, aparece alguien con jabón lagarto.

¡ays, ays, colabora en mi onegé. también daremos cócteles y será todo tan pero tan divertido!

¡oh, oh, oh!

lavar, tender, y ....

... blanca y radiante va la conciencia.

¡ays, qué buena persona soy!

{especial dedicación a mi olímpico dilecto}

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